En cromatografía líquida encontramos 2 términos que son rutinarias en un laboratorio de análisis: Fase normal y fase reversa.
Esto tiene que ver con las polaridades relativas de las fases móviles y estacionarias. Normalmente se utilizaba una fase estacionaria de elevada polaridad tales como el agua o el trietilenglicol colocadas sobre partículas de sílice o Alúmina. Por razones históricas, a este tipo de cromatografía se le conoce ahora como cromatografía en fase normal y fue la más popular antes de la fase reversa.
En la cromatografía en fase reversa, la fase estacionaria es no polar, con frecuencia se trata de un hidrocarburo, y la fase móvil es relativamente polar (como el agua, metanol o acetonitrilo). En cromatografía fase normal, el componente menos polar se eluye primero, debido a que relativamente es el más soluble en la fase móvil provoca una disminución del tiempo de elución.
Por contraste, en los métodos en fase inversa, los componentes más polares aparecen primero, y un aumento de la polaridad de la fase móvil aumenta el tiempo de elución.
La cromatografía en fase normal es una herramienta de separación muy potente debido a la amplia gama de eluyentes disponibles que se pueden utilizar para ajustar con precisión la selectividad de una separación.
Sin embargo, muchos cromatografistas han dejado de utilizarla debido a su complejidad. En determinadas circunstancias, existe un período de equilibrado prolongado o problemas de reproducibilidad que se deben principalmente a la sensibilidad de la técnica a la presencia de pequeñas concentraciones de contaminantes polares en la fase móvil.
Si estos problemas se controlan, la técnica normalmente proporciona unos cromatogramas mejores a los que se obtienen con los métodos de fase reversa debido a la baja viscosidad de los eluyentes que se utilizan habitualmente.